Hace unos días tuve una gran conversación con Emi Kolawole, de The Washington Post, en la cual hablamos acerca de los aprendizajes que podemos obtener de los errores.

Creo que hay un gran valor en ser humilde y aprender de nuestros fracasos, hay mucho poder en cometer errores… el poder de encontrar nuevas oportunidades para innovar en caminos que creíamos correctos. Podemos aprovechar el beneficio que nos da el fracasar para desarrollar habilidades en el proceso de inspiración para tener nuevas ideas, nuevas direcciones en el hacer diario del negocio.

Si bien por mucho tiempo, y principalmente en América Latina, nos hemos aferrado al pasado, hoy nos hemos cuenta de que el pasado no debe anclar sino inspirar una nueva concepción del futuro de la mano de los jóvenes.

El pasado debe ser tomado como un aprendizaje en forma creativa; aquella que nos permite corregir los errores de antaño y superarlos, abriendo nuevas vías y ampliando nuestros horizontes.

En mi experiencia, he aprendido que la paciencia es muy importante para tomar una pausa que nos permita identificar y analizar diferentes situaciones que tal vez necesitan mejoras. Con ello no quiero decir que ser impaciente sea malo pues, en su mayoría, la gente impaciente es la que tiene una mayor tendencia a la innovación, sólo creo que es importante entender que muchas situaciones toman un tiempo extra para analizar.

No considero que el fracaso sea malo, de hecho creo que muchas veces es bueno. Solo tenemos que empezar a aprender más lecciones estratégicas que superficiales de los fracasos y superar el “Juego de la culpa”, como lo comenta Amy Edmondson, Profesora de Harvard Business School, en su artículo Estrategias para aprender del fracaso.

Video de mi entrevista en The Washington Post